—¿Sabe que me
incomoda?
—¿Qué?
—No saber quien
carajos es el asesino.
—Creo que
llevamos mucho tiempo en esto, ya hay que renunciar Muñoz.
—Con todo respeto
señor, váyase usted al carajo.
—Entonces ¿proponés
algo?
Esa
misma noche Muñoz encendió un pitillo de marihuana, adentro en su habitación
colgó las piernas sobre el escritorio oxidado, sacó unos cuantos papeles y
trazo un dibujo con la cara del presunto
asesino. Ya un poco más relajado y en trance, salió a tomar aire, le
dolía la sien y no se acordaba en donde se había pegado, cómo y porqué. Era de
noche y el cielo de Montevideo era un acordeón negro arrugándose contra el
viento. «puto de mierda, voy a encontrarte» -dijo para si mismo, regresó a su
habitación y se sumió en el sueño profundo provocado por el THC. Durmió como un
infante.
—¡Adivine
inspector Nalvandian! el neurólogo dice que los golpes en mi cabeza son
producto de un sonambulismo.
—Pero
vos andás siempre trasnochado Gonzales, dejá de ser tan pajero.
—Bah…
Mire hice un dibujo del asesino y tiene cara de zombie.
—Que
forro, Muñoz, parecés graduado de bellas artes.
Muñoz
empecinado en saber quien era el asesino había hecho un esbozo a carboncillo
las líneas dibujaban a un tipo con cejas bastante pronunciadas, claro que el
dibujo de Muñoz era bastante arbitrario, nadie había visto al asesino, eran
meras suposiciones.
—Usted
debe guardar reposo y tratar de dormir temprano, no se trasnoche por favor.
—Pero
eso es imposible.
—Vea,
se lo pongo sencillo si sigue así va a terminar haciendo alguna estupidez
mientras duerme.
Al
día siguiente el tipo de la habitación continua de Muñoz amaneció muerto, 23
puñaladas con un pica hielos.
—Otra
víctima, Muñoz, y esta vez en tus narices.
—Lo
sé, señor.
—Sabés,
mejor tomate tu tiempo y adelantá tus vacaciones, volvé en tres meses.
Muñoz
se sintió muy miserable, al llegar a su
cuarto, solo le quedó una cosa: beber whisky hasta que el cerebro se le inflame
y pida clemencia, cogió el picahielos y empezó a trazar cortes para hacer del
whisky un refrescante vaso de centeno, siguió picando, 23 picadas para se
exacto, bebió el vaso de whisky y se odió a si mismo.